Estación de Atocha


Ya desde 1829 existen proyectos para dotar a Madrid de una línea de ferrocarriles. En una primera instancia, debía conectar la capital con Aranjuez, pero los distintos planes al respecto van fracasando por falta de financiación.

En 1845 el marqués de Salamanca, ministro de Hacienda, recibe la concesión de la explotación del recorrido ferroviario Aranjuez-Alicante. Las obras, iniciadas en 1846, se detienen al tener que exiliarse el marqués, acusado de prevaricación al concederse a sí mismo los proyectos ferroviarios. Su exilio no dura mucho, al año siguiente regresa con el ingeniero Eugène Flachat y se reanudan las obras de la línea Aranjuez-Madrid, inicialmente de uso privado para la Casa Real y con un concepto más de recreo que de utilidad práctica.

Se decide situar el «embarcadero» (nombre utilizado en la época para las estaciones ferroviarias) en un lugar despoblado de Madrid, al sur, en la salida hacia Aranjuez y Alicante. Según alguna versión, era por allí por donde entraban en la capital los carros cargados de cáñamo y esparto . Según otras, el propio camino estaba plagado de este tipo de plantas. En cualquier caso, las fibras del esparto se denominaban «atochal», que también hace referencia a un lugar en el que existen las plantas atochas (esparto). Sea como fuera, a esta primera estación en Madrid, casi un apeadero por sus pequeñas dimensiones (la estación principal en este caso sería la de Aranjuez), se le denominó «Embarcadero de Atocha» y fue inaugurado el 9 de febrero de 1851.

Al poco, vuelven a retomarse los planes de crear una línea ferroviaria entre Madrid y Alicante, pero esta vez José de Salamanca pierde en 1852 la concesión en favor del Marqués de Rioflorido. Éste, junto con los accionistas de la línea Madrid-Zaragoza se unen para crear la compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante). El gobierno pretende centralizar en un solo punto el tráfico ferroviario de las tres líneas que, en 1856, tendrían a Madrid como su centro: La línea Madrid-Zaragoza, la línea Madrid-Alicante (ambas en manos de la MZA), y la línea Madrid-Valladolid (de la Compañía del Norte). En un estudio realizado ya en 1854, se proponía el Embarcadero de Atocha como esa Estación central de Madrid.

La previsión de viajeros por tanto, es mucho mayor que la que la actual estación de Atocha, tal y como era en aquel momento, podía absorber, por lo que la MZA decide construir una nueva estación de mayor tamaño que soporte la demanda prevista. Los retrasos para llevar a cabo la ampliación, no obstante, provocan que el gobierno tome cartas en el asunto y en 1863 promulgue una real orden instando a la compañía a presentar en un plazo determinado la nueva estación con un proyecto descriptivo de estación. Un incendio, en 1864, aumenta los problemas. Décadas más tarde, un proyecto de Alberto de Palacios es aprobado, y la nueva estación de Atocha fue finalmente inaugurada en 1892, aunque sufriendo un cambio de nombre: ahora se denominaría Estación del Mediodía (estación del sur).

Desde entonces, la Estación de Atocha no ha parado de crecer y adaptarse a los nuevos tiempos y a sucesivos cambios de nombre. Si quieres aprender más sobre la estación, puedes visitar alguno de los siguientes enlaces:

Este artículo forma parte de la serie de artículos «Lugares, artilugios y otras locuras», relacionados con la novela «El falso espejo del rey Salomón».

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