Alfonso de Borbón nació en Madrid, en 1857. Hijo de la reina Isabel II y el rey consorte Francisco de Asís de Borbón, desde antes de nacer se extendió el rumor de que el futuro Alfonso XII era fruto de una relación entre la reina y el oficial del cuerpo de ingenieros Enrique Puigmoltó, habladurías que parecían ganar peso por el notable amaneramiento de Francisco de Asís.
Tras la revolución apodada «la Gloriosa», en 1868, la familia real hubo de abandonar España, trasladando su residencia a Francia, donde se culminó la disolución legal del matrimonio de Isabel II y Francisco de Asís. Alfonso, por entonces Príncipe de Asturias, quedó al cuidado de su madre.
Volvería a España, ya como rey, con tan solo 17 años: el pronunciamiento de Sagunto, encabezado por Arsenio Martínez Campos, en diciembre de 1874, propició que, apoyado principalmente por el partido conservador, Alfonso XII retornara en enero 1875 como monarca. Su primera acción fue viajar al norte y dirigir el ejército contra las tropas carlistas. El éxito de esta misión y la obtención de un acuerdo en la otra guerra que quedaba abierta, la de Cuba (Paz de Zanjón en 1878), llevó a que Alfonso fuera conocido por el sobrenombre de «el Pacificador».
En 1878, Alfonso se casa por primera vez, con su prima María de las Mercedes de Orleans, siendo este un matrimonio por amor; sin embargo, ella muere a los pocos meses, inspirando las coplas que cantaban las niñas en los corros: «¿Dónde vas Alfonso XII, dónde vas, triste de tí (…)?». El propio rey escribiría en su cuaderno de caza:
«En este día en que muerta Mercedes me he quedado como un cuerpo sin alma, nada me interesa, a nadie veo, paso el tiempo solo, leyendo, despachando los urgentes negocios de Estado… El único descanso moral es contemplar estas sierras tan ásperas o recorrer por este monasterio de San Lorenzo los sombríos recuerdos de aquel Rey que, al menos, tenía la suerte de ser creyente. Él hubiera creído que yo volvería a encontrar a Mercedes en el cielo»
Alfonso XII tuvo un reinado «humanitario». No dudaba de acudir a los lugares en los que ocurría alguna catástrofe, para prestar su apoyo, como por ejemplo, el terremoto de Andalucía de 1885, o la epidemia del cólera, también ese mismo año. De hecho, al llegar la epidemia a Aranjuez, Alfonso acudió a visitar a los afectados pese a la oposición del gobierno de Cánovas del Castillo (Cánovas del Castillo había sido el preceptor de la educación de Alfonso XII durante su juventud). Cuando el gobierno tuvo noticia de este gesto lo obligó a regresar a Madrid, pero el pueblo, enterado del viaje del rey pese a la prohibición gubernamental, le recibió con vítores a su entrada en la capital y, retirando a los caballos, condujo el carruaje hasta el Palacio Real de Madrid.
Tras la muerte de su primera esposa, María de las Mercedes, Alfonso XII tuvo varias amantes, con las que incluso llegó a tener descendencia. Estas aventuras amorosas continuaron incluso tras su nuevo casamiento, esta vez con la archiduquesa austríaca María Cristina de Habsburgo-Lorena, elegida por Cánovas del Castillo para asegurar la descendencia y perpetuar el régimen de monarquía parlamentaria. Con María Cristina de Habsburgo-Lorena, Alfonso tendría tres hijos: dos infantas y el que sería su heredero, Alfonso, al que no llegó a conocer.
Durante el último año de vida del monarca, su mal estado de salud era conocido y muy comentado por el pueblo. Cuando Alfonso XII, que acarreaba complicaciones a causa de una tuberculosis probablemente desde la niñez, fallece en 1885, su muerte fue muy sentida en todo el país.
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